Que es el Jerez?
El
jerez (en inglés sherry y en francés xérès) es un tipo de
vino español que se cría en las ciudades andaluzas de
Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda, todas pertenecientes a la provincia de Cádiz. La zona de producción del vino abarca, además de las nombradas, a Chiclana de la Frontera, Chipiona, Puerto Real, Rota y Trebujena en dicha provincia y a Lebrija en la provincia de Sevilla. El conjunto geográfico formado por la zona de producción y la zona de crianza del
jerez se conoce con el nombre de Marco de
Jerez. Esta especialidad vínica es un elemento clave en la historia de los municipios que integran el Marco y en la identidad cultural de sus habitantes. Además del movimiento económico y cultural, los vinos jerezanos han contribuido en la especialización del Ratonero Bodeguero Andaluz, la raza canina originaria y más característica de este territorio.
Historia del Jerez
El
jerez forma parte del Foro de Denominaciones de Origen Vitivinícolas Históricas junto con el oporto, el rioja, el burdeos, el champaña, el coñac, el borgoña y el barolo. Las siguientes circunstancias históricas han ido determinando la identidad de los vinos producidos en el Marco de
Jerez.
En el siglo I a. C. Estrabón, en el libro III de su Geografía, dice que la vid fue traída a la región por los fenicios, fundadores de Gadir, hacia el 1100 a. C. En el Yacimiento arqueológico de Doña Blanca, ciudad fenicia situada en el término de El Puerto de Santa María, se han encontrado un lagar que data del siglo IV a. C. En esa época, parece ser que la región donde actualmente está Jerez se llamaba Xera y su principal ciudad era Asta Regia.
Tras la pacificación de la Baetica en el 138 a. C. por parte de Escipión Emiliano y la subsiguiente romanización de la región, se inició una intensa exportación de aceite de oliva, vino y garum desde la provincia hispana Bética hacia la metrópoli romana y otras partes del Imperio. Por entonces, la región de Xera pasó a denominarse Ceret.
Durante la Edad Media, en el año 711, con la islamización de Hispania, Ceret pasó a denominarse Šeriš (Sherish). En los más de cinco siglos que duró en la zona la dominación islámica, Sherish se mantuvo como un importante centro de elaboración de vinos, a pesar de la prohibición coránica, bajo la excusa de la producción de pasas y la obtención de alcohol con fines medicinales. En el 966, durante el califato de Alhakén II, a instancias de Almanzor, se decidió arrancar los viñedos jerezanos por motivos religiosos, pero la oposición local consiguió que sólo se arrancara un tercio del mismo. En el siglo XII, los vinos de Sherish ya eran exportados y apreciados en Inglaterra, pasando a ser conocidos allí como Sherry.
Con la conquista de Sevilla en 1248 por Fernando III el Santo, el área de Sherish quedó sometida bajo una especie de protectorado. En 1264 se produjo la reconquista definitiva del reino vasallo por parte de Alfonso X el Sabio. Según el libro de repartimiento de la ciudad, redactado tras la conquista castellana, existían en ella 21 cascos de bodega. De las siete mezquitas existentes dos fueron convertidas en bodegas. Con la presencia cristiana, el topónimo árabe se castellanizó, pasando a ser Xeres o Xerez. Con el tiempo se añadió de la Frontera, al lindar su término con el Reino de Granada.
Las viñas jerezanas se convirtieron en una fuente de riqueza para la Casa Real, puesto que la ciudad de Jerez tras la reconquista cristiana pasó a ser realenga. Enrique I de Castilla, para desarrollar las manufacturas nacionales, intercambió lana inglesa por vino de Jerez, lo que contribuyó a la popularización de éste en Inglaterra. Por su parte, Enrique III de Castilla, por Real Provisión de 1402, prohibió que se arrancase una sola cepa de Jerez y que cerca de la viñas hubiese colmenas cuyas abejas dañasen su fruto.
La creciente demanda de vino provocada por el intenso comercio de los puertos de la Baja Andalucía durante la Baja Edad Media con Inglaterra, Flandes, Francia y Génova, provocó la necesidad de regular la actividad vinícola y comercial. Por ello, el 12 de agosto de 1483 el Cabildo de Jerez promulgó las Ordenanzas del Gremio de la Pasa y la Vendimia de Jerez, primer reglamento que reguló la vendimia, las características de las botas (barricas), el sistema de crianza y el comercio.
Durante la Edad Moderna, el descubrimiento de América abrió al jerez un nuevo mercado. Existía un privilegio que reservaba un tercio de la carga de los barcos que comerciaban con Las Indias para el transporte de vino. Aunque el monopolio del comercio con América lo tenía el puerto de Sevilla (posesión de la Corona), los puertos señoriales de Sanlúcar y El Puerto de Santa María continuaron sirviendo de lanzadera al jerez para el comercio con los puertos europeos, que ya existía desde la Baja Edad Media. El puerto de Sanlúcar pertenecía a la Casa de Medina-Sidonia, mientras que El Puerto de Santa María era propiedad de la Casa de Medinaceli. Este último era de fácil acceso para las mercancías jerezanas que llegaban a él, Guadalete abajo, a través del embarcadero de El Portal.
El jerez viajó en las bodegas de la nao Victoria y de las demás naves que, comandadas por Fernando de Magallanes, salieron del puerto de Sanlúcar el 20 de septiembre de 1519, regresando al mismo puerto en 1522, ya bajo el mando de Juan Sebastián Elcano, en lo que fue la I Circunnavegación marítima de la Tierra.
Durante el Siglo de Oro, la piratería inglesa, aunque perjudicial para los intereses de los comerciantes del Marco, fue un factor importante en la difusión del jerez en Inglaterra. En el saqueo de Cádiz de 1587, Martin Frobisher, de la flota de Francis Drake, llevó consigo como botín 3.000 botas de jerez. En 1596 Cádiz volvió a ser saqueada, esta vez por la escuadra anglo-holandesa del II Conde de Essex, a quien Isabel I de Inglaterra recomendaría el jerez como “el vino ideal”. En 1625 Lord Wimbledon intentó un nuevo ataque a Cádiz que no tuvo éxito. El jerez, conocido en Inglaterra como sherry (nombre derivado del árabe Šeriš), gozó allí de gran popularidad como demuestra su presencia en la mesa de Jacobo I y las frecuentes alusiones a él que William Shakespeare hace en sus obras; entre otras, en Noche de reyes, Las alegres comadres de Windsor, Ricardo III, Enrique VI y Enrique IV.
En 1680 la cabecera de la Flota de Indias pasó a Cádiz, desapareciendo el teórico monopolio sevillano, lo que benefició aún más las exportaciones vinícolas del Marco. Surgieron los negocios familiares de los Cargadores a Indias, de cuyo poder económico dan testimonio sus casas. Muchos italianos (los Lila, Maldonado, Spínola, Conti, Colarte o Bozzano) se establecieron en el Marco y pusieron en él la base de la industria vinatera posterior. Asimismo, la demanda de jerez proveniente de las islas Británicas hizo que, a lo largo de los siglos XVII y XVIII, en el Marco se establecieran también negocios ingleses, escoceses e irlandeses. Es el caso de Fitz-Gerald, O'Neale, Gordon, Garvey o Mackenzie.
A finales del siglo XVIII el jerez era muy distinto al actual. El que se exportaba era un vino del año, fortificado para conservarlo bien durante el viaje. El Gremio de la Vinatería consideraba que el envejecimiento del vino era una práctica especulativa, por lo que sus ordenanzas lo prohibían, lo que beneficiaba a los viticultores (productores) y perjudicaba a los comercializadores (extractores). Como consecuencia de esta circunstancia, en 1775 comenzó una pugna entre éstos, llamada el "'pleito de los extractores". Tras varias décadas, el pleito se decantó del lado de los comercializadores con la abolición del Gremio de la Vinatería, lo que impulsó definitivamente la producción y el comercio del vino según las modernas prácticas del mercado.
Asimismo, la posibilidad de almacenar los caldos de diferentes cosechas dio lugar al envejecimiento mediante el sistema de criaderas y soleras, una de las aportaciones fundamentales de la enología jerezana. La fortificación del vino dejó de ser un mero medio de estabilización y se convirtió en una práctica enológica: la adición a los vinos de aguardiente vínico en mayor o menor proporción, dio lugar a la amplia gama de jereces que hoy conocemos. Con todo ello, a principios del siglo XIX se conformó definitivamente la identidad actual del vino de Jerez y se comenzó a abastecer al mercado con vinos de calidad estable.
En esa nueva situación, se instalaron en el Marco más vinateros británicos: los Wisdom, Warter, Williams, Humbert, Sandeman, Osborne, Terry y Duff-Gordon, entre otros, que debido a su nacionalidad en 1825 consiguieron que el gobierno británico rebajara “dos duros por bota” el impuesto de accisas sobre el vino. Por ello su venta se multiplicó por cuatro entre 1825 y 1840. Este crecimiento atrajo al Marco “capitales de regreso” españoles; esto es, hombres acaudalados que regresaban a España tras el proceso de emancipación de las colonias de ultramar. Entre estos "indianos" eran numerosos los de origen vasco, como los Goytia, Muriel, Goñi, Aizpitarte y Otaolaurruchi. Asimismo en esta época comenzaron su actividad los González (1835) y los Misa (1844).
A lo largo del siglo XIX el jerez se consagró como vino de fama universal, lo que trajo rápidamente consigo la imitación y la comercialización de vinos falsificados, que no estaban producidos en el Marco de Jerez. Ello despertó el celo de los bodegueros jerezanos, que pretendían impedir que se comercializase con el nombre de Jerez vinos producidos fuera del Marco.
En 1878, varios bodegueros acudieron al Congreso Internacional de Marcas de Fábrica, donde se creó la Liga Internacional para la Propiedad Mutua de la Propiedad Industrial, cuya primera reunión se celebró en París en 1883. El 14 de abril de 1891 el Convenio de Madrid convirtió en norma los acuerdos e intenciones declaradas en la reunión de París, comenzando el reconocimiento internacional del vino de
Jerez como producto con origen geográfico. Esta protección no resultó tan efectiva como era deseable puesto que el concepto de "Denominación de Origen" era un recién nacido en el derecho internacional. Por ello los bodegueros del Marco no cesaron en su lucha contra las falsificaciones.
En 1910 se fundó en Londres la Sherry Shippers Association, formada por armadores ingleses interesados en fomentar la importación y la promoción genérica del
jerez. En 1924, durante la dictadura de Primo de Rivera, el Gobierno concedió al Ayuntamiento de
Jerez de la Frontera la propiedad de la marca colectiva "
Jerez", que incluía cosecheros, industriales y comerciantes de dicha ciudad. Sin embargo, el paso definitivo en la protección de los vinos del Marco no llegó hasta 1933, con la II República, cuando se constituyó el Consejo Regulador de las Denominaciones de Origen
Jerez-Xérès-Sherry.
Característcas del Jerez
La gran mayoría de los vinos que se elaboran en el mundo siguen los métodos y prácticas que se desarrollaron en Francia, es el caso de los tintos de crianza, tintos de maceración carbónica, blancos afrutados, blancos fermentados en madera, blancos botrytizados y los espumosos; todos estos vinos tienen su precedente en regiones como Burdeos, Borgoña o Champagne, en donde se desarrolló tradicionalmente su elaboración, mientras en el resto de los países nos limitamos a imitar.
En el universo enológico encontramos sólo dos grandes excepciones, dos tipos de vinos de absoluta originalidad y que no tienen precedente alguno en el país galo, el Oporto y el Jerez.
No es casualidad que ambos acapararan el interés de comerciantes extranjeros, como Sandeman, Harvey, Byass, Terry, Domecq, Garvey o Williams & Humbert y que Londres fuese el centro neurálgico del comercio de estos vinos durante siglos, ya que la gran potencia económica de otros tiempos supo ver tanto en Oporto como en Jerez de la Frontera, productos de inestimable valor. Antes de la revolución técnica que la enología atravesó en el siglo XX,con el dominio de la conservación de los vinos, los generosos eran los únicos susceptibles de ser envejecidos y exportados sin un menoscabo de su calidad, por lo que han sido los grandes vinos de nuestros antepasados, y no es de extrañar que tanto en la zona de Oporto como en la de Jerez, se utilice el apelativo de Fino, que tanto en inglés (Fine), como en portugués o español, define algo de especial calidad.
Lo común de los dos vinos es que ambos se enriquecen con aguardiente vínico y se envejecen durante años en madera de roble. Lo que separa y distingue el Oporto del
Jerez, es que el primero es fundamentalmente un vino tinto, y el segundo exclusivamente blanco.
La viña del Jerez
Recibe tradicionalmente más cuidados que cualquier otra, hasta 24 trabajos diferentes a lo largo del año, incluyendo podas en verde, cuando es necesario, para mantener una producción baja por hectárea, ya que la máxima permitida es de 8.000 litros de mosto en la zona de
Jerez Superior,y de 10.000 en el resto. La variedad reina del marco jerezano es la Palomino, que ocupa más del 90 % de su viñedo, aunque recibe otros nombres como Listán (en Sanlúcar de Barrameda), Horgazuela (en el Puerto de Santa María),Ojo de Liebre (en Lebrija) y tempranilla (en Trebujena). Esta uva blanca produce vinos sin gran afrutamiento, con cuerpo, de unos 12º de alcohol, baja acidez, un tanto insípidos , y que nunca alcanzarían gran renombre si no se les sometiese al complejo sistema de crianza jerezano.
La región de Jerez
Supera las 18.000 hectáreas de viñedo que se reparten por los términos municipales de
Jerez de la Frontera, Puerto de Santa María, Sanlúcar de Barrameda, Trebujena, Chipiona, Rota, Puerto Real y Chiclana de la Frontera, en la provincia de Cádiz, así como por Lebrija, en la provincia de Sevilla. El clima es muy cálido como corresponde al sur de la península Ibérica, atemperado por la cercanía del Atlántico y dominantes vientos de poniente y levante.
Hay tres tipos de tierras en
Jerez; albarizas, llamada así por su color blanco, formada por acumulación de diatomeas y algas microscópicas, son las mejores y constituyen la zona conocida como “
Jerez Superior ”; barros, de color oscuro y arenas, de tonalidades doradas.
Como se elabora el Jerez?
Al vino joven de cada año, ya terminado, que en la zona llaman “sobretabla” o vulgar y erróneamente “mosto”, se le añade alcohol vínico incrementando su graduación natural desde los 12º hasta los 15º, en el caso de los vinos que vayan a criar con levadura de flor, o hasta los 18º en el caso contrario.
El vino ya enriquecido con alcohol (encabezado) se introduce en toneles de roble, que allí se llaman botas, de 500 litros de capacidad; una diferencia fundamental con los toneles utilizados para envejecer otros vinos, como pudieran ser los de Rioja, es que la bota jerezana debe ser siempre de madera vieja en la que los taninos han sido agotados, ya que no olvidemos que el Jerez es un vino blanco y delicado al que la astringencia de los taninos perjudicaría.
Otra gran originalidad es que el vino no se introduce en una bota para que haga toda su crianza oxidativa hasta que pase a la botella, sino que se elabora con el sistema de “soleras” y “criaderas”; se trata de varias filas superpuestas de botas (criaderas), sobre una fila que descansa en el suelo (solera); el vino de cada bota nunca se extrae en su totalidad, sino que cada año se saca una pequeña porción de las botas de la fila inferior (solera), para embotellarla y sacarla al mercado; el vacío dejado en la bota se rellena con una cantidad equivalente de otra bota de la fila inmediatamente superior, que a su vez es rellenada con el vino de otra bota de la fila inmediatamente superior, es decir se realiza un corrimiento de los vinos ; finalmente la fila superior se rellena con el vino nuevo de cada año.
Este sistema de soleras y criaderas hace posible una perfecta homogeneización del vino, que cada año es igual, ya que se trata se una mezcla sucesiva de las cosechas de cada año. Por eso las etiquetas de las botellas de los vinos de Jerez nunca indican la cosecha, ya que el vino es una mezcla de muchas de ellas, y cuando visitamos una bodega jerezana y nos hablan de una solera del año 1880, no quiere decir que el vino que contiene la bota es de ese año, sino es una mezcla de todas las cosechas desde 1880 hasta la última. Precisamente el hecho de que el vino más envejecido es el que se encuentra en la fila del suelo (solera), es la que da origen al concepto “un vino de solera” o a la expresión popular de “tener solera”, para referirse a algo con tradición o antigüedad.
Como hemos dicho existen dos caminos diferentes para hacer vino de Jerez, o si
se quiere dos estilos diferentes del Jerez :
Vinos encabezados hasta unos 15º de alcohol - Este camino va a permitir que en el vino que está envejeciendo vivan unos seres microscópicos llamados “levaduras de flor”, y el límite viene impuesto por la cantidad de alcohol que las levaduras pueden tolerar, ya que en ambientes alcohólicos superiores a unos 17º las levaduras no pueden sobrevivir. Los vinos que se crían con levadura de flor, o lo que es lo mismo con “crianza biológica”, desarrollan un intenso perfume característico, y una potencia de sensaciones en boca admirable; asimismo, la levadura descompone el ácido acético por lo que los vinos que crían con ella mantienen bajo, e incluso llegan a disminuir su nivel de avinagramiento.
Los vinos de este grupo se clasifican de la siguiente manera:
FINOS : Realizan toda su crianza con levadura de flor (también llamada “velo”),
la cual es muy sensible a la humedad y la temperatura, por lo a veces no todas las zonas de una bodega pueden elaborar este vino, necesitándose las orientaciones más frescas y suelos de tierra o albero, que al regarse elevan la humedad.
Para que viva la levadura se necesita una buena cantidad de aire dentro de la bota en la que se envejece el vino, por lo que ésta no se llenan totalmente; en estas condiciones el Fino se mantiene amarillo pajizo, un color de vino joven, a pesar de criar varios años en madera (las normas de la Denominación exigen un mínimo de 3), debido a que la levadura de flor impide la acumulación de pigmentos amarillos ámbar y castaños, típicos de los otros vinos blancos añejos que no envejecen con crianza biológica. El Fino es un vino de aperitivo, de aroma almendrado punzante, ligero, cálido, con baja acidez y una graduación alcohólica entre 15 y 17 grados.
MANZANILLA : Aunque las viñas del
Jerez estén esparcidas por los nueve términos municipales que vimos anteriormente, las bodegas de crianza tienen que localizarse en
Jerez de la frontera, El Puerto de Santa María, o Sanlúcar de Barrameda; en esta última ciudad las levaduras de flor se producen con mayor vigor, debido fundamentalmente a la mayor influencia atlántica; mientras que en
Jerez o en el Puerto las levaduras están más activas en primavera y en otoño, llegando a veces a desaparecer con el frío o el calor intenso, en Sanlúcar el clima es más homogéneo y la flor actúa con más intensidad sobre el vino. Por ello el Fino que se cría en esta ciudad tiene un acabado especial, más delicado, sutil y tiene un color amarillo menos intenso, recibiendo el nombre de Manzanilla.
Aunque circulan diversas teorías sobre el origen del nombre, personalmente creo que viene del color de este vino, más claro que el Fino y parecido al de una infusión de manzanilla.
AMONTILLADO : Cuando un Fino pierde la levadura de flor, continúa una crianza oxidativa normal dentro de la bota, y como la crianza biológica ya no le afecta, comienza a incrementar su tonalidad amarilla, llegando a colores ambarinos. El aroma también cambia a matices de avellana. El Amontillado es algo así como un fino “pasado”, no en vano el vino homólogo en el caso de la Manzanilla se llama
“Manzanilla Pasada”. No deben considerarse vinos inferiores, sino diferentes; tienen una gran complejidad ya que tuvieron crianza biológica y oxidativa, son ideales para beber solos a media tarde, o como aperitivo.
Vinos Encabezados hasta más de 17º- En ellos lógicamente no puede vivir la levadura de flor, por lo que las botas en las que se envejecen no se deja una parte de aire, sino que se llenan totalmente. El vino sufre sólo una crianza oxidativa, y el color va amarilleando cada vez más con el paso del tiempo hasta alcanzar tonos muy oscuros. Es interesante notar que cuando observamos una copa de Fino color amarillo pajizo y una copa de oloroso de color castaño muy oscuro se tratan del mismo vino en origen (un blanco de uva Palomino) con los mismos años de envejecimiento en madera (un mínimo de tres), sólo que el primero crió con levadura de flor y el segundo no.
OLOROSO : Como su nombre sugiere es un vino muy aromático, con dejes de nuez; el color acastañado oscuro y en la boca puede ser seco o con algún dulzor, mucho cuerpo, baja acidez, alto de alcohol (entre 18 y 20 grados) y amplias sensaciones y persistencia. Es un vino ideal para tomar solo.
RAYA : Es un vino que no alcanzó el aroma de un oloroso, teniendo menos finura y consiguientemente se consideran de menor calidad. Es muy extraño comprar una botella de
Jerez cuya etiqueta indique que es un “Raya”, ya que las bodegas suelen venderlo como Oloroso. El nombre proviene de las marcas que los catadores van pintando con tiza sobre las botas, cuando una bota de Oloroso perdía características se le pintaba una raya.
PALO CORTADO : Es un vino interesante, desafortunadamente en vías de extinción. Se trata de un vino con nariz de Amontillado y boca de Oloroso, es decir no tienen el aroma alto y delicado a nuez de un Oloroso sino otro mucho más austero con dejes de avellana típico del amontillado, pero en boca tiene mucho cuerpo y potencia de sensaciones, como el Oloroso. El origen de su nombre se debe una vez más a las marcas que los catadores hacen sobre las botas, en este caso una raya vertical cruzada con otra u otras horizontales.
PEDRO XIMÉNEZ : También llamado Pedro Ximén. El vino toma el nombre de la uva con la que se elabora, Siendo la casta dominante en Montilla-Moriles, donde se utiliza para elaborar los mismos tipos de vinos que en
Jerez. En el marco de
Jerez ocupa un 5 % y se utiliza fundamentalmente para hacer vinos dulces ya que esta variedad, madurada adecuadamente contiene más azucares que la Palomino. El origen del nombre de la uva, que pasó después al vino, es muy interesante; un soldado flamenco que combatió en los ejércitos de Carlos I, llamado Peter Siemens, trajo una cepas desde la región alemana del Rhin de la variedad “Elbling” o “Weissable”, que se aclimataron perfectamente a Andalucía, y con el paso del tiempo el gracejo andaluz fue cambiando Peter por Pedro y Siemens por Ximén.
El vino es ideal para acompañar postres y meriendas; de color caoba oscuro, aroma a madera y fruta madura, mucho cuerpo, sedoso y persistente.
El Jerez al gusto Español y al gusto Internacional
Los tipos vistos son los tradicionales que se producen, se conocen y se consumen en la zona de producción. Dentro de las fronteras de España se siguen distinguiendo la mayoría de ellos, pero los grandes consumidores del
Jerez (el 90% del vino se destina a la exportación) no lo conocen del mismo modo. Los ingleses, magníficos comercializadores se han preocupado minuciosamente de controlar los mercados tradicionales del
Jerez, por lo que en Gran Bretaña, Holanda, Alemania o Estados Unidos será difícil ver una botella con una etiqueta que contenga la palabra Fino, Amontillado u Oloroso; los comerciantes, hijos de la Gran Bretaña, suelen pedir a los productores mezclas de vinos; por ejemplo 60% de Fino y 40% de Amontillado,y una etiqueta que diga “Stevens Sherry”,“Dry”; o bien una mezcla del 40% de Fino, 40% de raya y un 20% de Pedro Ximén, que se llamará “Médium Dry”. Con este sistema el consumidor nunca asocia el producto que bebe con el origen, sino con la mezcla del comerciante.