Los niños y adolescentes son quienes más consumen estas bebidas, siendo ellos precisamente los más propensos a sus efectos nocivos y los que más impactos publicitarios reciben de este mercado.
Las enfermedades más comunes que se incrementan por el consumo diario de refrescos son obesidad, diabetes o hipertensión, osteoporosis, gastritis, insomnio, caries, problemas renales, alteraciones en el sistema nervioso, el desarrollo de piedras en los riñones (litiasis renal), además de infartos del miocardio y derrames cerebrales; indistintamente si la bebida es normal o Light.
El problema, se agrava cuando este consumo se realiza en detrimento de otras costumbres más sanas como el beber agua, leche, jugos o batidos naturales.
Refrescos light: Y para quienes creen que bebiendo refrescos light podrán evitar algunas repercusiones, es importante que sepan que hay estudios que señalan que el consumo de sustitutos de azúcar, o azúcar sintética en grandes cantidades, provoca daños cerebrales, pérdida de memoria y confusión mental.
La sustancia que provoca estas afecciones se llama aspartamo y sostienen que podría contribuir al desarrollo del Alzheimer. Además señalaron que los componentes químicos del aspartamo tienen otras consecuencias graves por un consumo excesivo, como daños a la retina y al sistema nervioso.
Buscar la solución
Según los expertos una de las soluciones para que la población consuma menos refrescos es elevar los impuestos a las gaseosas, los jugos azucarados y demás bebidas de alto contenido calórico, para empezar a cambiar los hábitos de las personas, reducir el consumo, evitar la obesidad y prevenir miles de muertes y enfermedades relacionadas al consumo de estos productos.Un buen ejemplo para apoyar esta decisión es Dinamarca, país en el que todo producto que tiene más de 2,3% de grasas saturadas tiene un impuesto, y es el país con menos obesidad del mundo.