Durante buena parte del siglo XX, el consumo de alcohol fue un símbolo cultural asociado casi exclusivamente a la masculinidad. En los bares, los brindis y las celebraciones, los hombres eran los protagonistas de la bebida, mientras que las mujeres quedaban al margen o lo hacían de forma más discreta. Sin embargo, ese patrón social está cambiando rápidamente.
En los últimos años, diversos estudios internacionales muestran una tendencia clara: la brecha entre hombres y mujeres en el consumo de alcohol se está reduciendo drásticamente. Las nuevas generaciones están protagonizando un cambio histórico en los hábitos de consumo.
Un giro generacional en el consumo de alcohol
Un análisis global publicado en la revista BMJ Open confirmó lo que muchos expertos ya intuían: las mujeres están bebiendo casi tanto como los hombres, y en algunos casos, incluso más.
El estudio, que revisó datos de varios países, encontró que las mujeres nacidas después de 1990 tienen tasas de consumo de alcohol similares a las de los hombres de su misma edad. En Estados Unidos, por ejemplo, las mujeres de entre 18 y 25 años superan a los hombres en episodios de “binge drinking”, o consumo excesivo en un corto período de tiempo —definido como cuatro o más tragos en unas dos horas para mujeres, y cinco o más para hombres—.
Este fenómeno no se limita a una región. En Australia, Reino Unido y varios países europeos, el patrón se repite. Los expertos creen que el cambio se debe tanto a factores culturales como económicos y sociales, incluyendo la incorporación masiva de las mujeres al mundo laboral y la transformación de las normas sociales sobre el consumo.
De los brindis masculinos al “vino después del trabajo”
Durante décadas, la publicidad del alcohol apuntó principalmente a los hombres: cerveza después del fútbol, whisky para los ejecutivos, tragos fuertes para “verdaderos hombres”. Pero la industria se adaptó al cambio social. Hoy las campañas presentan imágenes de mujeres empoderadas que disfrutan un cóctel o una copa de vino como símbolo de independencia y éxito.
El “vino después del trabajo” o el “brindis entre amigas” se convirtieron en parte del paisaje cultural moderno. En redes sociales, hashtags como #WineOClock o #MommyJuice reflejan una tendencia creciente a normalizar el consumo de alcohol como forma de relajación o recompensa diaria.
Los riesgos del aumento del consumo
Aunque la igualdad en los hábitos de consumo puede verse como un reflejo de la evolución social, los especialistas advierten que el aumento general del consumo de alcohol no deja de ser preocupante.
El doctor William Kerr, del Alcohol Research Group, señala que las mujeres enfrentan mayores riesgos biológicos frente al alcohol: sus cuerpos metabolizan el etanol de manera diferente, lo que puede provocar daños hepáticos, cardiovasculares o cerebrales con menores dosis.
Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que no existe un nivel de consumo completamente seguro, y que incluso cantidades moderadas pueden tener efectos negativos a largo plazo.
Factores sociales y psicológicos
El cambio en los patrones de consumo también está vinculado a factores psicológicos y sociales. Estudios recientes sugieren que las mujeres jóvenes enfrentan mayores niveles de estrés, ansiedad y presión social, y que el alcohol puede funcionar como un mecanismo de escape temporal.
Las redes sociales, la competitividad laboral y la sobreexposición a modelos de vida “perfectos” también han influido en la percepción del alcohol como una herramienta para “desconectarse” o celebrar pequeños logros cotidianos.
¿Hacia una sociedad más consciente?
La buena noticia es que, junto al aumento del consumo, también crece la conciencia sobre los riesgos. Cada vez más personas, tanto hombres como mujeres, optan por periodos de abstinencia voluntaria (como el Dry January) o por alternativas sin alcohol, como cervezas 0.0%, cócteles sin alcohol (mocktails) o vinos desalcoholizados.
Las marcas de bebidas también están adaptando su oferta a este cambio, apostando por opciones más saludables o inclusivas que permiten disfrutar de la experiencia social sin los efectos del alcohol.
En resumen
El consumo de alcohol ya no distingue tanto entre géneros como antes. Las mujeres beben casi tanto como los hombres, reflejando transformaciones sociales profundas. Sin embargo, este cambio viene acompañado de un desafío: fomentar un consumo responsable y consciente, que permita disfrutar sin poner en riesgo la salud física ni mental.
El futuro de la cultura del trago parece dirigirse hacia un equilibrio: menos excesos, más consciencia, y un nuevo significado para la palabra “brindar”.













